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Uno de los primeros atributos que encontramos en los perros con su domesticación fue su capacidad para defendernos de las amenazas. Desde entonces, a la par que nuestras mascotas, han sido nuestros fieles guardianes y protectores. Los griegos y los romanos empleaban, por ejemplo, un tipo muy especial de perro, llamado moloso, para el cuidado de sus casas y ganado. Estos se caracterizan por tener una fuerte musculatura, gran cabeza y potente mordida.
En la actualidad no es muy diferente, ya que seguimos valiéndonos de las increíbles capacidades de los ringos, como su olfato, fidelidad e inteligencia, para que nos apoyen en oficios relacionados con el cuidado y la seguridad. Es tan cierto esto, que todos asociamos espontáneamente a los dálmatas con los bomberos, a los border collie con el pastoreo o a los labradores con la protección de nuestros hogares. Este último es el caso de Rocky, un hermoso labrador chocolate de tres años que acompaña a Juan en su labor como celador de un condominio. Con su gran sagacidad e instinto para detectar situaciones extrañas, este perro centinela se ha convertido en el mejor amigo y aliado de Juan en su trabajo diario, sin que por ello haya perdido la gran ternura y nobleza que caracterizan a todos los perros, pues cuando Rocky no identifica actitudes agresivas le gusta recibir a las personas y dejarse mimar por ellas.
La historia de este par de incansables trabajadores nos demuestra que nuestra relación con los ringos es inagotable y nos ofrece muchas posibilidades para ser cada vez mejores en lo que hagamos.
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