La nariz de un perro es la ventana a su alma. El sentido del olfato es quizá el más importante de nuestros peludos amigos seguido del oído, gracias a esto los perros pueden entender y conocer el mundo que les rodea; por eso, no es en vano que la parte del cerebro encargada de procesar cada aroma es la más grande ocupando el 30% de este.
Los hocicos de los perros, también conocidos como trufa, varían considerablemente de forma y tamaño, además, están llenos de maravillosas cualidades. Su olfato altamente desarrollado compensa una visión limitada y funciona bajo mecanismos complejos que quizás no conocemos. A continuación, te contamos algunos datos curiosos.
Cómo funciona el sentido del olfato en los perros
Su tierna nariz guarda un sorprendente mecanismo que les da el súper poder del olfato. Para nosotros puede parecer un poco complejo ya que respiramos y olemos por la misma vía, mientras que los perros tienen un tejido dentro de su fosa nasal que divide el aire en dos zonas: una que va a sus pulmones y otra al sistema olfativo.
El aire que va por el sistema olfativo se encuentra con el órgano vomeronasal ubicado detrás de la mucosa olfatoria en el techo o paladar de la boca; esta estructura con forma de saco extrae los aromas que se encuentran en el aire, para luego ser clasificados por el epitelio olfativo, el cual se encuentra conformado por células sensitivas. En los perros se pueden encontrar desde 150 millones de estas células especiales hasta 300 millones dependiendo de cada raza. Las personas no contamos con el órgano vomeronasal pero si con el tejido olfativo, sin embargo, es muy reducido en comparación ya que solo tenemos 5 millones de células olfativas.